Monday, April 09, 2007

Café


Me hubiera gustado verte.
Dije que no, tenía cosas para hacer. Y en realidad, mientras caminaba sin rumbo, con un café caliente en la mano, y el diario en la otra, pensé que en realidad y sin pensarlo, me hubiera gustado verte.

Aquella tarde cuando por casualidad mi hora del café coincidió con la tuya, todo pareció fluir de una manera inconclusa.
Yo, sentada leyendo el último apunte que no había logrado terminar la noche anterior. Justo antes de entrar, como siempre. Y acompañada por el café del bar de la esquina.
Y vos escribiendo. Quién sabe qué cosas, pero siempre escribiendo. Alguna historia nueva, alguna canción (seguramente no sería para mí).
Levanté la vista, sólo porque sentí moverse mi taza de café.
Y entonces te vi sosteniendo tu taza con la boca, el diario debajo del brazo, tu cuaderno con el lápiz en la mano y moviendo la silla para sentarte. Todo junto, todo abrupto. Como siempre, entrando de nuevo sin permiso y haciendo un desfile casi ostentoso.
Me reí, primero. No sé si en el primer momento me alegré de poder verte. O si en realidad, fue por mero reflejo de mis músculos que no podían evitar sonreír siempre que estabas en mi cabeza. Y en realidad, el verte aparecer hizo que poco a poco todos tus recuerdos escondidos volvieran a salir casi empujándose.
-Siempre a ultima hora-. Recuerdo que lo dijiste con un dejo de cotidianeidad. Me molestó, pero no mucho. De cualquier manera, era cierto.
Claro que comenzamos a charlar un poco, y después el silencio. Esas conversaciones que por intensas, nos dejan sin palabras y con mucho revuelo en la cabeza.
Me acordé de esas charlas. Me acordé de verte tomando café sobre mi cama, mientras yo leía uno que otro apunte.
Me acordé de las noches en el cine y de las caminatas interminables que siempre terminaban en alguna cama.
Me voy. Te llamo. Chau. Sonrisa.

Pensé que el llamado jamás se haría presente. Y pensé bien. Solo que a la semana siguiente volvió a suceder. Pero esta vez ya lo sabía. Miré desde la calle antes de entrar al bar. Te vi mirando el reloj. Con el diario en la mano (siempre el diario) y enfrente de tu cuaderno donde escribías algo, algún cuento, una novela, algo que sería para alguien, y tal vez para mí.

No entré. Caminé derecho, compré el diario (tu diario) y caminé.
Me hubiera gustado verte... te dije que no. Cosas que hacer. Comprar el diario y caminar.

8 Comments:

Blogger Manuel said...

Linda historia casi "benedettiana"..en todo caso, bien "nuriana".

8:02 AM  
Anonymous Anonymous said...

Posta, donde queda el baño?

8:23 AM  
Blogger huelladeperro said...

He disfrutado con cada uno de los post que he leído, te dejé por ahí un par de coments... ¿me das permiso para enlazarte?

7:01 PM  
Blogger Andrés said...

Un texto muy Alma.

10:40 PM  
Anonymous Anonymous said...

Excelente texto.

4:47 PM  
Blogger lula said...

alma mía quiero verte
me hiciste acordar a G.L. con este escrito, reflotar un poco mis escapes
beso lindorrr

9:45 PM  
Blogger Diego said...

Me encantó. Será por lo del bar, lo del café, lo del diario... o simplemente por la belleza del texto. Creo que por todo eso.
A veces uno siente una conexión fuerte con un texto, y eso me pasó con este más que con otros.
Un beso.

10:57 PM  
Blogger Caro Moreno said...

me gusta nu, me gusta!

10:13 PM  

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